El esqueleto del pie está formado por 26 huesos divididos en tres regiones:

El tarso, formado por 7 huesos cortos dispuestos en dos hileras.

El metatarso, constituido por 5 huesos alargados.

Huesos de los dedos o falanges, que forman el esqueleto de los dedos, 3 por cada dedo menos en el primer dedo que solo existen dos.

Todo el conjunto óseo del pie constituye una unidad, de tal modo que sus componentes no pueden ser considerados independientes, pues asume su función de apoyo constituyendo una estructura abovedada apropiada para soportar las fuerzas de presión y carga, sin menospreciar su capacidad de movimiento. Todo él se completa con importantes ligamentos que consiguen el mantenimiento de su estructura, asumiendo su función de apoyo estático y de palanca en la deambulación.

El pie es un soporte dinámico, capaz de realizar movimientos de flexoextensión, aproximación, separación, de pronación y supinación, movimientos combinados de inversion-eversion, y movimientos de flexión y extensión de los dedos.

Una de las características especificas más importantes del pie humano es que posee una bóveda plantar que falta en el resto de animales de escalas inferiores. La planta del pie tiene la forma de una semibóveda de tal modo que juntando los dos pies constituirían una bóveda completa. Los huesos del tarso y metatarso no se encuentran en un mismo plano horizontal, sino que forman una serie de arcos longitudinales y transversales. Además, con el pie en reposo, se observa un arco transversal anterior localizado a nivel de las cabezas de los metatarsianos. Los arcos plantares tienen una gran importancia funcional, al permitir que el pie se comporte como un elemento elástico que amortigua y reparte el peso de manera uniforme durante la deanbulación.

El reparto del peso del cuerpo depende de la posición en que se encuentre el pie. Cuando el pie se encuentra en un plano inclinado hacia arriba se produce una sobrecarga del talón, un simple tacón de  DOS cm consigue igualar los dos apoyos, y en un plano muy pendiente hacia abajo, la sobrecarga será anterior.

La posición ideal o quizás más favorable para la marcha cómoda es aquella en la que la articulación del tobillo se encuentra en unos 10º de flexión plantar lo que equivale a un tacón de unos DOS cm. !! de ahí la importancia del tacón !! El calzado plano nos cansara muchísimo, y en los últimos años la aparición de las llamadas ” francesitas ”  “toreras ” , resultan  agotadoras, por el contrario un tacón alto, ! Taconazos ! son para un rato, de lo contrario si se convierten en cotidianos destrozaremos como mínimo el antepie, esto más tarde o más temprano ocurrirá.